jueves, 16 de abril de 2020

Carta abierta de un chico feo para un viejo rubio, o Ugly Kid Joe Vs. Donald Trump


Carta abierta de un chico feo para un viejo rubio

o Ugly Kid Joe Vs. Donald Trump




Tenía mucho tiempo sin escribir un artículo político. De verdad quienes me conocen saben que en un tiempo atrás fui muy activo al respecto, pero tantas contradicciones en nuestro política nacional me hicieron alejarme de todo eso. Porque al final uno no sabe a quién ataca y a quién beneficia cuando escribe. Y en un mismo sector político habrá siempre quien te utilice y quien te hunda, así que ante eso es preferible, sin duda, alejarse. Una de las cosas que he concluido con el tiempo es que escribir un artículo de opinión política, más que un dedo acusador/denunciador debe ser siempre un ejercicio de conciencia y autoconciencia. Por aquello de que cuando yo apunto con un dedo, los otros cuatro dedos me apuntan a mí. No se puede ser crítico sin ser autocrítico, y la autocrítica no puede ser una licencia para meter la pata en equipo indolentemente. La autocrítica es sobre todo un ejercicio personal, y quien no es capaz de ejercerla consigo mismo, no tiene moral para arengar con el lugar común de moda “seamos autocríticos”. No. Ese imperativo no se conjuga en plural, sino en singular. Yo tengo que ser autocrítico de mí mismo, de lo que hago, y sólo así puedo de verdad transformarme y trascender. De lo contrario, es muy fácil esconderse en el grupo, camuflarse, sobre todo cuando se trata de un partido, o mejor decir, de una partida de soberbios culpables que apenas logran admitir que son humanos más por excusa fácil que por compromiso humanístico.

Este preámbulo me sirve para referirme de nuevo a quienes me conocen de hace mucho más tiempo, y saben que bajo toda esta retórica de escritor, está un rockero inconforme. En este sentido una de mis bandas favoritas de toda la vida fue Ugly Kid Joe. Esta fue una banda estadounidense escasamente conocida en los noventas. Su relativa fama se debió sobre todo a su versión de Cats in the cradle de su primer disco completo America's least wanted. El título del álbum es un juego de palabras que puede entenderse como “el menos buscado de América” o también “América es la menos querida”. Además, destaca en ese título que la tipografía de la palabra “least” (el o la menos) simula una escritura manual como con tiza, de manera que destacan aparte, con tipografía de imprenta, las palabras “America's - wanted”, que puede entenderse incluso como esos letreros que veíamos en la películas del Lejano Oeste: “America se busca”... como una criminal, y obviamente sabemos que como argot yanki no se refiere al continente entero. Es pues, sin duda, un título ingenioso, lúdico y polisémico.

La portada del disco causó furor y fue prohibida cuando salió en 1994, ya que representaba al personaje icónico del grupo, un niño pobre, con los pantalones remendados, granos en la cara, el cabello descuidado, visible debajo de una gorra con la visera hacia atrás. Este personaje, que no es otro que “el chico feo Joe” que le da nombre al grupo, aparecía en la portada del álbum en una grotesca caricatura de la Bahía de Manhattan, haciendo de la Estatua de la Libertad, pero en su mano derecha alzada no había una antorcha, sino su mano sola con el dedo medio levantado en gesto vulgar, mientras en su mano izquierda no sostenía la tablilla de la Constitución con la fecha de la Independencia, sino que tenía palabra “skin” (piel) con la silueta de una mujer desnuda, lo cual sugería ser una revista erótica. Como decía, la portada fue prohibida en Estados Unidos, sin embargo, no lo suficientemente rápido como para que el disco no llegara así al resto del mundo. Yo compré mi cassette original, con la portada prohibida del America's least wanted (que aún conservo) en la única tiendita musical que había en esa época en mi pueblo, Santa Teresa del Tuy, en “El Mache”, en 1995. Por su parte, los de Ugly Kid Joe se vieron obligados en aquel momento a cambiar la portada de su disco para que pudiera venderse libremente en su propio país. En la nueva portada la crítica sarcástica no dejó de estar presente, por lo que ahora el chico feo Joe aparecía con cara de amedrentado, sobre un fondo vacío blanco, amordazado, amarrado; esposado, su mano “grosera” ahora vendada como si le hubieran cortado el dedo y además con las piernas encadenadas con candado y grillete. Toda la tipografía se conservó en el diseño.

Ugly Kid Joe fue una de esas bandas de la onda alternativa/grunge que insurgían del seno de la sociedad gringa para criticar visceralmente los vicios de su propio país, de su propia cultura y de su propio gobierno. Y, junto con Nirvana, Metallica o Pantera, que eran las más famosas, UKJ yo la escuchaba apasionadamente y sin parar. La etiqueta del cassette traía las letras de las canciones y yo las cantaba, y así también aprendía inglés tratando de traducirlas. Yo me podría detener y explayar aquí para hablarles, como el melómano que soy, de cada una de las trece canciones, algunas más interesantes que otras, con anécdotas y todo, pero sería desviarme mucho más de lo que quiero expresar en esta nota. El asunto es que desde siempre, mi canción favorita de ese disco fue la titulada Panhandlin' Prince, cuya traducción sería “El Príncipe de la Mendicidad”, o en un término más coloquial, “El Principe Pordiosero”. El verbo to panhandle” significa “pedir”, pero en el sentido de pedir dinero o comida en la calle, mendigar, pordiosear. Por extensión, el término también está asociado al andar desnutrido o hambreado por las calles, al más raquitico de un grupo y se usa además para referirse a las zonas marginales o al “cinturón” de pobreza de las grandes ciudades. De manera que el príncipe de nuestra canción es de cualquier estrato social menos de la realeza. Es obviamente un título irónico. Ahora bien, ¿qué se ironiza con la canción Panhandlin' Prince? ¿Y qué tiene que ver este artículo con Donald Trump?

Tengo, como podrán ver, cerca de 25 años escuchando con todo gusto esta canción, con afecto y predilección. Por supuesto, la fiebre de los noventas pasó hace ya mucho, pero en mi memoria están todas las canciones, aunque no todas las letras de ellas las recuerdo con exactitud. Por ello, en estos días he estado recordándola y pues, luego de algún tiempo la he oído de nuevo, con atención a la letra, y me ha sorprendido escuchar la frase suelta “Yo, Mister Trump”, en la coda de la canción. El “Yo” no lo estoy traduciendo, no se refiere al pronombre en español en primera persona. Es la versión “malhablada” (slam o coloquial) del pronombre en segunda persona “You” (tú). De manera que es la forma desenfadada e irreverente de decir algo así como “Epa, tú, señor Trump”. Esto me hizo desempolvar recuerdos de la primera referencia que alguna vez tuve yo, y seguro todos los que leen esto, de ese tal Donald Trump. En mi caso, la primera vez que supe que ese “señor” existía fue gracias al Príncipe de la mendicidad. En la canción, este “príncipe” (duque o barón), que vive en la extrema pobreza, le pide de la manera más irreverente e irrespetuosa: “Epa, tú, Señor Trump, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Tienes algún dinero extra para mí, mamón? (uso “mamón” por traducción directa de “sucker”, aunque en Latinoamérica sea un argentinismo, pero sabemos el doble sentido que tiene esta palabra tanto en inglés como en perfecto venezolano: ¿mamón o mamador de qué? No voy más allá por respeto a los lectores, aunque es bueno saber que “sucker” puede entenderse en general como “pendejo”). Y sigue ese pedazo: “Porque soy un oprimido y excluido (“down and out”) y no hay duda de que aquí me voy a quedar”. Y agrega “Sí, tú me ves tirado con mis hermanos en la cuneta, con mi bolsa de papel en la mano. Sí, hay frío en las calles, pero al menos tengo un alma... y es todo lo que necesito”.

Ahora bien, esta es la coda de la canción. La letra completa en inglés, que no tiene desperdicio, se las pondré al final de esta nota con una traducción mía, como anexo.

Entonces, me interesa referirme al hecho de cómo es referenciado Donald Trump por Ugly Kid Joe en 1994: como un millonario indolente, sin ninguna preocupación por la especie humana, y menos aún de manera específica por los pobres, sin ninguna preocupación de índole social. A mi generación, la Generación X, que en el caso de Estados Unidos es la que actualmente vota, se nos presenta Donald Trump como un magnate despreciable, y sin embargo, como las ironías de la vida suelen exceder la imaginación, es esta misma generación la que lo hace y acepta Presidente...

No voy a detenerme tampoco en toda la crítica que podamos hacerle al mecanismo electoral estadounidense. No es mi intención hacer análisis profundos en este texto que simplemente escribo desde mi subjetividad generacional, tal vez más desde mi ingenuidad de escritor, y más aún desde mi actitud contestataria de rockero venezolano en un mundo globalizado. Tampoco quiero dedicarme aquí a malgastar esfuerzos en hacer una reconstrucción histórica del origen de Donald Trump. Que otro le haga ese favor. Todos saben que es uno de los empresarios más exitosos del mundo. En cuanto a mí, ya voy al grano con lo que me ha motivado a escribir esto.


¿Es este individuo, Donald Trump, despreciado por los rockeros de mi generación, llegado por artilugios electorales a la presidencia imperial norteamericana, el mismo que hoy perjudica económicamente a mi país, en nombre de unos ideales que nosotros, al menos desde 1994 (un cuarto de siglo ya), sabemos que nunca ha tenido? Sin duda, es el mismo. El mismo que, debido a esa indolencia casi sociopática, tiene hoy a Estados Unidos en el primer lugar de casos de la pandemia que aflige a la humanidad. Tampoco voy a especular repitiendo que este virus de laboratorio fue invento gringo ordenado por él, sin embargo, para mí no sería algo para extrañarme. Ese tema delicado, competente a los expertos en el tema de la salud, tampoco me interesa desarrollarlo acá.

Mi punto es que me parece insólito que ese “personaje” que es Donald Trump, tenga hoy en día el poder suficiente como para decidir, sentado sobre su gordo trasero en la Casa Blanca, qué país o qué empresa tiene o no derecho a comercializar o tener cualquier tipo de relación con Venezuela. Eso se llama, aquí y en cualquier parte del mundo, injerencia. Y digo de una vez que me parece terrible que existan venezolanos capaces de apoyar esas medidas coercitivas económicas contra Venezuela, que en situaciones normales es injusticia, pero en situaciones de pandemia global dan cuenta de una demente maldad comparable a las que harto se conocen desde la historia antigua.

Esto no tiene nada que ver con cómo evaluamos la gestión del gobierno actual en nuestro país. Yo la aprobaría, acaso, como diría un profesor, con la mínima nota necesaria para pasar la materia. En cuanto a usted, puede estar en absoluto acuerdo o desacuerdo con la gestión de Nicolás Maduro, no voy a desgastarme ni acusándolo ni mucho menos justificando sus decisiones o defendiéndolo. De mí, no lo necesita ni yo necesito hacerlo tampoco. Hablo como un padre de familia, como doliente de la gente que veo en la calle pasar trabajo, necesidad, hambre, miseria, y todos esos males (incluyendo la alienación) que oprimen a Latinoamérica gracias a los “ideales” estadounidenses y a nuestra manía de querer estar refundando el país a cada rato, desde el sinsentido de la redundancia gobiernera. El tema, repito, no es si el gobierno venezolano lo hace bien o mal. Eso me parece irrelevante ante el hecho de que sepamos cómo mercancías de todo tipo, incluyendo alimentos y medicinas, son prohibidas de ser traídas a Venezuela porque, simplemente, Donald Trump así lo ha ordenado. El único ideal que al menos yo veo en él, gracias a la canción de UKJ desde 1994, y en quienes le siguen, es el del supremacismo, el de la indolencia, el capitalismo más puro y egoísta, el ejercicio inconsulto del poder económico y mediático enhebrando los hilos del poder político, la desfachatez, la insensibilidad, la inhumanidad. Eso es lo que, gracias al chico feo Joe y su Príncipe Pordiosero, veo en Trump.

Esto es, y disculpen si sueno más visceral a continuación, como que usted sea de oposición y está interesado en que, en el seno de su familia, su hermano y su papá, que son oficialistas ambos, desee convencerlos de que están equivocados. ¿Qué necesitaría usted del líder opositor que pueda existir en su comunidad?: ¿que le prohíba a todos los miembros de la familia ir a comprar a la bodega o a la farmacia, hasta que su papá y su hermano chavistas se pasen para la oposición o se vayan de la casa? ¿Y mientras haya chavistas ahí entonces nadie come en la casa, el hogar será “bloqueado”? ¿Usted apoyaría eso? Pero empeoremos la comparación para aquellos que aún creen que Maduro es un dictador. Imagine que usted es una mujer maltratada en casa, y entonces, para forzar al marido maltratador a que no le pegue más, llegara el vecino que vive cómodamente en frente y le pusiera un candado en la puerta para que nadie salga a comprar comida hasta que el marido no se tire por la ventana. ¿Y si al tipo no le da su gana de lanzarse, entonces la mujer no va a comer más ni a recibir atención? ¿Y los niños tampoco? ¿Así aún se nota lo ilógico, hace falta otro ejemplo más contundente? Lo siento, no tengo más ni quiero poner peores, aunque podría. El punto es: ¿tiene alguna lógica todo esto? Yo insisto: ¿realmente podemos aceptar que Donald Trump nos gobierne desde afuera, controle nuestras relaciones internas e internacionales, reprima nuestras capacidades geopolíticas, maneje nuestra supervivencia a su antojo, nos manipule sólo porque se cree el policía del mundo? ¿Son los Estados Unidos de América por qué, porque gobiernan todo el continente como les da la gana entonces? ¿Es eso lo que debemos aceptar sin hacer nada salvo permitírselo? ¿Tanto odio o resentimiento hay en nuestros corazones? Y al final de cuentas: ¿acaso es Maduro, el "marido maltratador", quien sufre por todo eso? Yo creo que no. Él se ve bastante tranquilo, en realidad.

En resumen: Trump, que jamás se ha preocupado por los pobres, por los príncipes pordioseros, que como presidente de Estados Unidos sólo está interesado, como todos, en los recursos nuestros, ¿cómo fue que adquirió en este planeta Tierra, la potestad para decidir cuáles países y empresas comercian con nosotros y cuáles no? ¿Quién le dio ese poder? ¿Nosotros? ¿Los votantes gringos? ¿O sólo su dinero y su poder económico-mediático? Y si es así, ¿este es el mundo que queremos vivir, en el que un millonario petulante que gobierna en otro país decida cuándo y cómo tenemos derecho a decidir sobre nuestras propios destinos como nación? ¿No podemos ser capaces de superar nuestras diferencias internas? Yo estoy de acuerdo con que seamos opositores todos, pero opositores al enemigo común, o vamos a seguir “oponiéndonos” entre nosotros mismos? ¿O usted cree que su enemigo es el gobierno de Maduro, o sus funcionarios, o yo¿O usted,  caso contrario, cree que su enemigo es el opositor, el antichavista? ¿Usted no tiene familiares, amigos o vecinos iguales a usted que forman parte de este gobierno de alguna manera, lo apoyen o no (porque funcionarios públicos opostores hay millones)? Todos tenemos derecho y deber de criticar todo lo que creamos criticable del gobierno porque somos venezolanos, pero criticar es para qué: ¿para destruir o para construir?

Y digo más, el primer y más poderoso enemigo nuestro tampoco es en realidad Donald Trump ni Estados Unidos, ni la CIA, ni el Imperialismo, ni quienes lo apoyan... No. Ninguno de ellos. El primer y más poderoso enemigo nuestro somos nosotros mismos, esclavizados por nuestros propios prejuicios, nuestra propia soberbia, nuestra propia ideología castradora, nuestra no aceptación del otro, nuestra manía de criticar y quejarnos por todo sin aportar nada, nuestro paternalismo estatal entronizado en las venas, nuestra falta de consciencia sociocultural, nuestra falta de sensiblidad, nuestra creencia férrea en que somos los dueños de la verdad y los demás son unos ignorantes, y estos errores los cometemos todos los días. Yo mismo he caído en esos errores, lo admito y no me voy camuflar entre el grupo, como dije al principio. Pero lucho contra eso, es decir, contra mí mismo, para ser útil a mi patria y a mi prójimo. No me enfrasco en luchar contra nadie más que en contra de mis propios defectos, prejuicios y errores... Porque amo y porque sólo el amor vale la pena mantenerlo como la causa más justa de nuestras acciones en la vida.

Ahora, si usted considera que la única alternativa que hay es destruir al país con la loable ayuda del Presidente Trump, en medio de los errores garrafales del gobierno de Maduro, perdóneme, pero yo me pongo en la cuneta, hermanado con el chico feo Joe y el Príncipe pordiosero. Además, he escrito en contra de cada presidente de Estados Unidos, me faltaba el encopetado este, y agradezco a Whitfield Crane, vocalista de UKJ, por haber cantado alguna vez esta canción inspiradora para mí, cuya letra, ahora sí, para cerrar, les dejo acá:



PANHANDLIN' PRINCE, UGLY KID JOE
PRÍNCIPE PORDIOSERO, EL CHICO FEO JOE



Sittin' on a rusty park bench baby, not much else to do
Sentado en un oxidado banco en el parque, nena, sin mucho más que hacer

Smoke cigarettes and drink my Mickey's fine malt liquor brew
fumar cigarrillos y beber mi licor de malta fina de Mickey

As I start drinkin' and I start thinkin' that death is on my side
Así comienzo a beber y a pensar que la muerte está de mi lado

If my heart stopped beatin', the street kept reekin' that's suicide, that's right!
Si mi corazón dejó de latir, la calle siguió apestando, eso es suicidio. ¡Correcto!

I grew up in the inner city, a dark part of this town
Yo crecí en el interior de la ciudad, una parte oscura de este pueblo

Just another innocent backwoods victim, society like to put down
Sólo otra inocente víctima de estos bosques a la que la sociedad le gusta reprimir

You can call me a boozer, or call me a loser, it really doesn't matter to me
Ustedes pueden llamarme borracho, llamarme perdedor, eso realmente no me importa

I got a bench for snoozin', some sauce to keep boozin', that's all I need
Tengo un banquillo para dormir, algo de alcohol para seguir ebrio, eso es todo lo que necesito

I keep it comin' sometimes I don't know why, ooh! yeah, I'm gonna do it 'til the day I die. Yeah!
Sigo viniendo a veces, no sé por qué, oh!, sí, y lo voy a hacer hasta el día que me muera. ¡Sí!

Consider me the duke as I dine in your dumpster, unsanitary engineer
Considérame un duque mientras ceno en tu basurero, Ingeniero de la Insalubridad

Baron of the bench the panhandlin' master, well, I'm pullin' twenty G's a year
Barón del banquillo, maestro de la pordiosería, bueno, estoy drogándome veinte veces al año

I know it ain't much but at least I'm in touch, yeah, with reality
Sé que no es mucho, pero al menos estoy en contacto, sí, con la realidad

And I wouldn't trade no places to be in rat races, no siree!
Y no cambiaría ninguno de estos lugares por estar en carreras de ratas, ¡no señorín!

I keep it comin' sometimes I don't know why, ooh! yeah, I'm gonna do it 'til the day I die.
Sigo viniendo a veces, no sé por qué, oh!, sí, y lo voy a hacer hasta el día que me muera.

Yo, Mr. Trump, can I ask you a question, you have some spare change for me, sucker?
Epa, tú, señor Trump, ¿puedo hacerte una pregunta? ¿Tienes algún dinero extra para mí, mamón?

Now I'm down and out and there ain't no doubt that I am here to stay
Ahora soy un oprimido y excluido y no hay duda de que aquí me voy a quedar

Yeah you see me with my brothers lyin' in the gutter with my... my paper bag in hand
Sí, me ves tirado con mis hermanos en la cuneta con mi... mi bolsa de papel en la mano

Yeah the streets are cold but at least there's soul... all I need...
Sí, hay frío en las calles, pero al menos tengo un alma... y es todo lo que necesito...

Hey yo, Trump, good job!
¡Epa tú, Trump, buen trabajo!

You'll take away my peace of mind, you'll leave me there to rot and die, yeah!
Tú te llevarás mi paz mental, me dejarás ahí para que me pudra y muera, ¡sí!

But look again, my careless friend, the world you live is just a lie, yeah.
pero mira de nuevo, mi descuidado amigo, el mundo que vives es sólo una mentira, sí.

It's a give and take, the more the fake, the more the pain, the more you lose, yeah!
es un dar y quitar, a mayor falsedad, mayor dolor, y más lo que pierdes, ¡sí!

So live your life, don't take no sides, n' seize the day and drink your booze...
Así que vive tu vida, no tomes partido, aprovecha el día y bebe tu trago...

Isaac Morales Fernández. Caracas, abril de 2020

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