miércoles, 31 de enero de 2024

H0l0causto Nazy, 4partheyd en Sudáfrica y Gen0cidi0 en Palestyna

Introducción

No pude soportar más, emocional ni intelectualmente, la narrativa en forma de tramoya que intenta poner un velo santo a la crudeza, crueldad e inhumanidad del crimen sistemático y sostenido del Estado de Israel y su réproba cúpula, contra civiles, inocentes, mujeres, niños, ancianos y desvalidos; destruyendo con toda su tecnología bélica, cualquier cosa que pueda permanecer aún en pie en la devastada tierra palestina, específicamente enla Franja de Gaza, desde residencias y refugios, hasta hospitales y mezquitas; un completo asedio feroz mal maquillado con la farsa del fetiche favorito del Occidente político: la supuesta "lucha contra el terrorismo".

Protestas en España en demandas al gobierno de este país, 2023.

Ahora que se conmemoró un nuevo aniversario del Holocausto Nazy y de la triste Noche de los Cristales Rotos, desde el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu -alias "Bibi"- para abajo, todos quienes suponen que el actual Estado de Israel es el mismo Reino de Israel de 24 siglos atrás, raza santa elegida por Dios para guiar al mundo, o simplemente quienes se aprovechan de estas creencias para manipular el mundo entre intereses meramente económicos y armamentistas, todos ellos hacen gala de su presuntuosa victimización en favor de ese experimento geoestratégico europeo llamado Israel, ideológicamente ligado a los miles de judíos asesinados por el régimen hitleriano en Europa.

Protestas de judíos en Estados Unidos, en contra de la invasión a Palestina, 2023.

A quien le haya causado extrañeza la errografía del título de esta entrada, estoy seguro que lo primero que advertió fue:

1) La lamentable necesidad de tener que disfrazar algunos términos alterando su ortografía, porque si no, una opinión como esta puede ser rastreada, bloqueada y/o borrada de internet, y

2) La relación entre esos tres hechos mencionados, igualmente lamentables de la historia del pasado siglo XX.

La relación entre esas tres tragedias de la historia reciente, lejos de ser una simple semejanza de sucesos repudiables, es más una interrelación de decisiones intrínsecas, subrepticiamente conectada por astutos discursos y excelentemente escondida, dicha interrelación, para que fuese olvidada por el mundo. Y es que el nacimiento de lo que yo llamo el "experimento geoestratégico europeo llamado Estado de Israel", en 1948, está estrechamente vinculado a la instauración del régimen racista que asoló Suráfrica durante casi toda la segunda mitad del siglo XX.

Relación geohistórica de la instauración del Estado de Israel, en menoscabo del pueblo palestino.

H0L0causto

Por más que el aparato estatal de Israel y sus defensores mejor documentados, argumenten que la llamada Palestina nunca fue un país soberano ni un territorio realmente demarcado por límites fronterizos, y que la creación de un estado judío tiene la noble -y falaz- intención de proteger a musulmanes y cristianos por igual, la realidad es que los israelitas, o hebreos, o judíos, como se prefiera llamarlos, jamás tuvieron tampoco un país puntualmente demarcado. Si nos remitimos a aquel antiguo "Reino de Israel", este era también un "país" de fronteras inexactas, apenas aproximadas, cuyo pueblo estaba disperso de forma indefinida por todo Oriente Medio. Después de todo, el llamado "fenómeno de las migraciones" no es de ahorita. Ha existido siempre.

Si bien el judaísmo sería la religión monoteísta y pretendida raza más antigua en el vasto Medio Oriente (en realidad fue el zoroastrismo, pero no entremos en detalles), no fueron nunca mayoría. Antes de la conformación de los conocidos tres grandes monoteísmos, ya el pueblo de Israel compartía esas tierras de forma medio nómada y medio asentada, con decenas de otras culturas y religiones. Al surgimiento del cristianismo y su exponencial crecimiento, a partir del siglo I, le siguió en el siglo III el surgimiento y aún más rápido auge de culturas que abrazaron el Islam antes incluso de que ningún país (o imperio, en este caso el romano-bizantino) se declarara oficiamente cristiano. Incluso, en alguna medida, el hecho de que Mahoma considerara a Jesús como el penúltimo profeta antes que él, coadyuvó a la aceptación generalizada del cristianismo como creencia antes de como doctrina. Y en esto, musulmanes y cristianos se asemejan más entre sí que entre estos y judíos.

En fin, eso explica porqué pueblos tan claramente diferenciados y distantes como los persas de la actual Irán más adentro de Asia, Turquía en la confluencia Europa-Asia, los egipcios en la confluencia Asia-África y hasta naciones como Etiopía en el África negra subsahariana, pertenezcan a los actuales países de religión oficialmente musulmana. Y en esto, claramente, se incluyen los palestinos (probablemente descendientes de los antigos filisteos), regados por todo el Medio Oriente, desde Egipto hasta los varios países sufijados en "tán" (de Kazajstán a Afganistán). Y pone evidencia una realidad que, aunque nos choque observarla, está allí: los israelíes o israelitas, son una minoría que pretende dominar y someter a una mayoría musulmana. Y eso, a pesar de que también nos choque admitirlo, sin contar que se trata de un pueblo que, a pesar de cualquier adversidad que hayan enfrentado, hace siglos que les se asocia, no en vano, a poderes económicos muchas veces hasta bizarros. Prueba de ello se halla en la famosa pieza teatral El mercader de Venecia de William Shakespeare, de 1598, basada en una historia del siglo XIV, en donde el comerciante judío negocia indolentemente, mediante estratagemis leguleyas, con la vida misma de uno de sus deudores, incapacitado de pagarle con dinero.


Advertencia: obviamente no podemos usar estas referencias culturales como fuente de prejuicios contra toda una cultura popular, pero sí nos ayuda a ver que la victimización del pueblo israelí y la religión judía, podría ser más una narrativa impuesta hoy que una verdad constatada históricamente. Es más, incluso pone en tela de juicio la destructora narrativa nazista, fundada en la misma narrativa impuesta ideológicamente sobre ellos: la de creer que la población judía quería o podía realmente acabar con alguna raza distinta a la suya. Recordemos que Chaplin y Einstein eran judíos también. El único que contribuye a esa narrativa de victimización que justifica la venganza hoy en día, es el mismo gobierno de Israel, que se constituye como el primer y principal enemigo del propio pueblo judío, al llevarlo, por la lógica autodestructiva de la víctimazación vengativa, a emular las mismas acciones eugenésicas y terroríficas, por no decir terroristas, de sus archienemigos nazistas. ¿Acaso no se ponían estos también en papel de víctimas para reclamar su derecho a venganza? Sí. Es por esto que, dentro de la comunidad judía, su misma mayoría rechaza el belicismo israelí y muchos desconocen la legitimidad jurídica del Estado de Israel. Después de todo, hacía siglos que ya no habitaban Medio Oriente, sino, como los gitanos de origen indio, habían acabado diseminados por toda Europa. Una evidencia más de que el Estado de Isral no es otra cosa que un experimento geoestratégico de los europeos y, claro, de Estados Unidos, ese acomplejado Edipo del Reino Unido.

Esto nos lleva a un punto importante que nos permite entender la relación entre el Estado de Israel y el apartheid en Sudáfrica. A finales de la década de 1960, cuando el recién nacido Estado de Israel, financiado y bien armado por Europa y Estados Unidos, había ya impuesto su posición invasora aprovechando los vestigios heredados por ellos de, nada más y nada menos, el Imperio Británico, y vencía a las naciones árabes que se les opusieron al sentir, con toda razón, que se les obligaba a aceptar un estado judío gobernado por una minoría y mandado a montar desde Europa en detrimento de la mayoría musulmana que habitaba allí, representada en el área por sus hermanos palestinos; la propaganda mediática occidental pro-israelí se hizo estratégicamente necesaria para el nuevo hegemón del mundo: Estados Unidos.

Y todo eso, sin que se diera el menor respaldo, ni del Reino Unido ni de Estados Unidos, a la mayoría palestina que ocupaba ese territorio y reclamaba también el derecho a que se le reconociera como un estado independiente. En este punto es donde el argumento de la antigüedad israelí pierde fundamento, pues ya no importa (o no debe importar) quién llegó primero, sino quienes son los habitantes mayoritarios en el lugar. La gran pregunta desde entonces ha sido ¿Y porque no se creó el Estado de Israel en algún lugar deshabitado de Europa, donde ya estaban arraigados hacía siglos?

Usualmente se nos vende la idea de que es un problema meramente religioso, de tres monoteísmos que no se toleran los unos a los otros, pero la verdad es que sus conflictos eran mucho menores y aislados en comparación con las graves crisis que asolan ahora a Jerusalén y sus alrededores desde que se impuso un extranjero estado judío en vez de legalizar el asentado musulmán. La intromisión política europea, ejecutada mediante el gigantesco éxodo organizado de judíos europeos a Palestina, desde los refugios en subordinadas islas del Mediterráneo como Chipre, fue lo que terminó de fracturar toda la sociedad del Asia Menor donde habían convivido por siglos en relativa paz las tres principales religiones monoteístas del mundo, a pesar de los imperios romano, bizantino, otomano y británico, que respectivamente, les habían gobernado.


En este contexto, de un Israel inventado sobre los vestigios imperiales británicos, como experimento geoestratégico europeo, financiado a todo dar con inyección recursos para su nacimiento, sobre todo bien armado para que se mantuviera en el tiempo, y por supuesto como enclave occidental en la puerta al mundo oriental, lo que llamaríamos, en términos del experimento, como ambiente controlado, para que el resultado fuese exitoso; es que surge el apoyo del gobierno israelí al gobierno de entonces en Sudáfrica, el del dictador John Vorster, que imponía a sangre y fuego el sistema racista del apartheid. Ambos regímenes, tanto el israelí como el apartheid, habían nacido en el mismo 1948, por lo que ya a partir de 1967, cuando Israel había garantizado su enclave con todo el respaldo occidental, también a sangre y fuego, y ya el apartheid era una estructurada y poderosa política de estado en Sudáfrica, comenzaron a establecerse relaciones económicas y diplomáticas entre ambos.


4partheyd

A partir de 1970, durante el famoso gobierno del Primer Ministro de Israel, Yitzhak Rabin, avanzaría el estrechamiento de relaciones con Sudáfrica, incluso enviando hasta allá nada menos que a su Ministro de Defensa, otro archiconocido personaje político de Israel, Shimon Peres (si no les suena, ya les resonará). El encuentro sería con el entonces homólogo suyo en Sudáfrica, Frederik de Klerk (también, si no les suena, ya les resonará). La visita de Peres a Sudáfrica fue, de hecho, un evento diríamos "clandestino", ocultado de la opinión pública por ambos gobiernos, y del que sólo se sabría después, entre 1974 y 1975, cuando se creó la "Secretaría Conjunta de Guerra Política y Psicológica", bilateral de los gobiernos de Israel y Sudáfrica. Poco después, John Vorster, Primer Ministro de Sudáfrica y reconocido ex-pro-nazista, sería recibido con todos los honores en Tel-Aviv, por insólito que parezca. Es un hecho bien conocido y documentado en la historia.

El convenio israelí-sudafricano, ideado por Peres y de Klerk, y finalmente firmado por Vorster y Rabin, consistía, inicialmente, en la guerra mediática de interés común a ambos gobiernos, destinada a limpiar su imagen y reputación en el contexto internacional. Israel usaría toda su arquitectura propagandística que impregnaba el mercado periodístico tanto interno como externo, mientras Sudáfrica pagaría jugosos dividendos a Israel para ser también maquillado ante la opinión pública. Así como la minoría blanca reprimía y oprimía a la mayoría negra en sus propias tierras, en Sudáfrica; la minoría hebrea hacía lo mismo con la mayoría árabe en las tierras de estos, ocupando abruptamente sus territorios con la anuencia occidental. Y más adelante, el convenio se ampliaría...


Imágenes del portal estadounidense The Guardian, donde se muestran dos imágenes de 1976 de John Vorster, siendo recibido con todos los honores en Israel, por Rabin, y, respectivamente, en un encuentro con el Presidente estadounidense Henry Kissinger en Alemania Occidental. Imágenes con enlace externo a los artículos originales en inglés en dicho portal.


En esa época, el discurso occidental se dedicaba a rechazar mediáticamente el apartheid en Sudáfrica, sin embargo, hoy en día ya es de común conocimiento del deplorable soslayo, en términos diplomáticos y jurídicos, que Estados Unidos y Europa mantuvieron ante aquella tragedia racista. El tema del apartheid y el enorme apoyo que recibió de parte de Israel, Estados Unidos y la Europa antisoviética, daría realmente para todo un artículo o un libro aparte, más allá de estas simples líneas. Lo que me interesa acá es destacar el poderoso aparato propagandístico pro-israelí implementado en todo Occidente, no limitado sólo al ámbito del periodismo mercenario o, como decimos los venezolanos, palangrismo, sino que sería llevado especialmente con mucha intelligence (de la CIA) a un amplio espectro de manifestaciones culturales y expresiones artísticas, cuya punta del témpano sería, como siempre, Hollywood. Es un fenómeno hegemónico que aún persiste hasta hoy alive and kicking.

Ahora bien, desde mi área de conocimiento, que es la literatura y el libro en tanto depositarios universales de los discursos culturales, me es propicio retrotraer al presente lo que ha sido una poderosa industria editorial prestada (o comprada) para la campaña pro-israelí. En este sentido, tal vez el ícono más importante de justificación cultural para Occidente de la inyección del pueblo judío en Palestina, fue la publicación en 1958 de la novela Éxodo, del escritor y periodista estadounidense de ascendencia judía León Uris, un best seller que superó en su momento el icónico récord de ventas que había sostenido por más de veinte años el clásico Gone with wind (Lo que el viento se llevó).

A lo largo de sus más de 300 páginas, Éxodo narra la historia de Katherine Fremont, una enfermera estadounidense atormentada por su temprana viudez, y Mark Parker, un periodista estadounidense de ascendencia judía (cualquier parecido con su autor es mera coincidencia) que cubre y colabora en el envío irregular de judíos, desde el campo de refugiados de Chipre hacia las costas de Palestina, en el recién creado estado de Israel. Todo esto claramente enmarcado en un contexto histórico representado por el real protagonista de la novela, un militante de la resistencia judía llamado Ari Ben Canaán, que impulsado principalmente por su rencor y frialdad, se niega a que se desarrolle el romance entre él y Katherine, creando así un triángulo de desamor entre ella, Ari Ben y Mark, quien es ex-novio de ella.

Este personaje gringo-judío, Mark Parker, en los primeros capítulos de la novela, tiene una cita con Katherine, al reencontrarla después de muchos años. Esta es una escena clave para entender los hilos políticos detrás de la escritura, edición y amplísima recepción que tuvo Éxodo en su tiempo. En la cita, que tiene lugar en un restaurante de Nicosia, capital de Chipre, Mark Parker intenta explicar a su ex-novia y ahora viuda amiga Katherine cuáles son los movimientos político-económicos que se esconden detrás del respaldo que Estados Unidos da a la creación y financimiento bélico del inventado Estado de Israel. Es así como, extrayendo un billete de un dólar de su bolsillo y ondeándolo orgullosamente en el aire a la altura de sus rostros, Mark Parker enuncia una "perla" discursiva, que pego a continuación tal y como hace ya unos años divulgué en formato de imagen vía WhatsApp:

"Mira, te presento al soldado del nuevo imperio -dijo Mark, sacando un dólar del bolsillo-. Tenemos millones de estos soldados verdes avanzando hacia todos los confines del mundo. Es la mayor fuerza de ocupación que hayas visto nunca. Será una conquista incruenta". León Uris a través de su personaje alter ego Mark Parker, en Éxodo. 1958. Traducción mía.

Tapa de una edición de los años sesenta de Éxodo, en donde puede leerse en inglés, encima del título, "más de 20 millones de copias vendidas alrededor del mundo". La ilustración del diseño representa a Katherine y Ari Ben Canaán.


"A confesión de parte, relevo de pruebas" dice un refrán de jerga jurídica. Lo curioso de esta escena es que se da como una palabra de aliento a Mark le dice a Katherine para animarla, o tal vez impresionarla (pues quiere volver con ella ya que es viuda). En el imaginario del lector norteamericano, se depositaría así la extasiante sensación de poder hegemónico sustentado en la potencialidad económica. La droga de la cultura norteamericana, en donde la metáfora del color verde del billete asociada al color verde de uniforme militar, quedaría en segundo plano como una casualidad aleatoria, bien observada por la imaginación del escritor y apenas apreciada por el lector promedio.

Pero para un lector crítico y antihegemónico -cómo deberíamos serlo todos- es precisamente esta asociación la que salta a la vista. Se trata de una justificación ideológica de la industria armamentista, de la economía belicista que ha enarbolado Estados Unidos desde finales del siglo XIX hasta la fecha. Y aún hay más en esa frase del personaje de Mark Parker: es literal la relación que él establece entre un viejo imperio y este "nuevo imperio". Se trata, pues, de cómo el Imperio Británico, principal potencia guerrerista del mundo hasta inicios del siglo XX, y que había dominado Palestina hasta entonces como una más de sus colonias, iría cediendo paso al nuevo imperio: el estadounidense. Un imperio que, distinto a monarquías como la del Reino Unido y todas sus antecesoras y contemporáneas, impondría (atención a la raíz etimológica del verbo "imponer" e "imperio", que es la misma de "emperador" y el verbo "imperar") su dominio ya no solamente con la fuerza de las armas, sino también con la astucia de la propaganda. Ambos presupuestos irían, y de hecho van hasta hoy a la par.


Gen0cidi0

Esa misma astucia de la propaganda que usó Israel, favoreciendo al apartheid para su propio beneficio, es la que se usa hoy para justificar el genocidio sobre Palestina. Y es que, además, no era sólo propaganda. Ya dije que el convenío se ampliaría, y fue así: Israel suplió de armas a Sudáfrica, y fue el propio Shimon Peres, Ministro de Defensa de Yitzhak Rabin, junto con Frederik de Klerk (ahora sí les suenan, ¿no?), su homólogo en el gobierno de Vorster, quienes inaugurarían los proyectos de energía nuclear con fines bélicos tanto en Israel como en Sudáfrica (aunque en esta no prosperaron, tontos útiles). Por razones como esta, entre otras, en 1990, el propio Nelson Mandela, en rueda de prensa al salir de la cárcel, declaró públicamente “Sudáfrica nunca olvidará el apoyo que el Estado de Israel le dio al régimen del apartheid”.

Es ahora, pues, donde los hilos de este artículo se enlazan, en el tope de la hipocresía occidental, que  llegaría al clímax de su farsa en 1993 y 1994 cuando el Premio Nobel de la Paz fue entregado, en el '93, tanto a Mandela como a de Klerk (este, años después se atrevería a declarar: "los negros deberían estar agradecidos con los blancos por que les dimos el poder para superar sus temores"); y luego en el '94, sería triple el premio para Rabin, Peres y Yasser Arafat, entonces primer líder palestino que, después de haber luchado contra Israel por casi cuarenta años, finalmente, tal vez rendido, cansado o resignado, había declarado a principios de la década de 1990 que aceptaría la existencia de dos estados, una decisión que estaría coyunturalmente ligada a la final separación de la Unión Soviética y la Guerra del Golfo Pérsico que desmembró a Irak de Kuwait (o a Kuwuait de Irak, depende como se lo vea). En fin, Occidente se había impuesto definitivamente sobre Oriente.

Sin embargo, como es evidente, la aceptación de Arafat -repito, después de cuatro décadas de lucha- de la existencia del Estado de Israel, no sería aceptada realmente por los israelías, ya que ella llevaba implícita la aceptación también de la creación del Estado de Palestina. Es así como Arafat se convierte en el primer Presidente de la Autoridad Nacional Palestina en 1994. Sin embargo, poco después, los viejos instrumentos anticuados tendrían que ser eliminados del camino, y así Rabin sería asesinado en 1995, mientras Arafat, por su parte, que había sido reafirmado electoralmente en 1996, viviría los últimos años de su vida bajo arresto domiciliario en Israel, desde 2001 hasta la fecha de su muerte en 2004. Ironías, o más bien sarcasmos, de la vida...

Mahmud Abbás (izq.), Yasser Arafat (der.). Fotografía de Reuters.

Desde 2005 ha asumido la presidencia de Palestina Mahmud Abbás, del mismo partido de Arafat, el Fatah. Sin embargo, Palestina sigue siendo una nación que Israel mantiene picada en pedazos: Cisjornadia al este, hoy granulada por la permanentemente invasión que no se ha detenido en setenta años, y Gaza en el sudoeste, gobernada por el partido Hamás, el cual se opone a la concesión hecha por Fatah (es decir, por Arafat y Abbás) a la creación de dos estados. Entendamos esto: Para Hamás es ilógico la ceptación de dos estados, uno israelí y otro palestino, pues su territorio está geográficamente separado de Cisjordania, razón por la que aún hoy se mantienen en resistencia para que sus tierras no sean invadidas como han estado siendo hasta hoy las de Cisjordania. ¿Piense usted aceptaría tener un país partido en dos pedazos separados por cientos de kilómetros de distancia? Creo que no. No es como poseer territorialmente una isla, atravesando aguas propias. No. Ni tampoco el colonialismo de ultramar que tanto adora la vieja, anciana y reacia Europa. Son cosas inaceptables hoy en día.

Esta resistencia del Hamás les ha valido un sitio y un bloqueo tanto terrestre como marítimo por parte de Israel. Gaza es, hoy por hoy, la región más afligida por el sionismo (doctrina fundada a finales del siglo XIX para imponer use estado judío en contra de los musulmanes y cristianos en Oriente Medio), es, tal como dice su nomenclatura, una franja, un territorio estrecho compuesto por la ciudad de Gaza y su periferia, en la que Israel hace derroche de todo el poder de su industria militar, atacando con bombas de fósforo que no se apagan -supuestamente prohibidas como lo fue y es el napalm-. Desde Gaza, atacan con armas apenas rudimentarias a puntos específicos en Israel, y este responde con ataques masivos donde se les antoja. Se trata, en definitiva, de una guerra asimétrica y una limpieza étnica del territorio, en donde el Estado de Israel impone a sangre y fuego su hegemonía en una vasta región donde socialmente son una minoría acomodada sobre una mayoría empobrecida... Tal cual como hacía el régimen del apartheid racista y supremacista contra los sudafricanos negros y desposeídos.

Y un detalle más, como cereza de la torta: el término "anti-semita" es hasta anti-bíblico, pues tanto el pueblo judío como el palestino son descendientes de Sem (de donde viene el término "semita") en el Antiguo Testamento. Lea la Biblia y deje de dárselas de ateo, que hoy eso ya no luce ni da luces (recomendación final que les hago desde mi corazón).


No-Conclusión

Finalmente, quiero puntualizar dos principales cosas me motivaron a escribir este texto:

1) Primero, que al enterarme de que era precisamente Sudáfrica la que llevaba a juicio en la Corte Internacional de Justicia al Estado de Israel, este enero de 2024, por el delito de genocidio y otros crímenes de guerra, reflexioné de inmediato que Sudáfrica era, sin duda, el país con mayor moral, razón y motivo para introducir tal demanda. Recordé la frase de Mandela "Sudáfrica no olvidará el apoyo que le dio Israel al apartheid". Me parecía ya oírla en boca del Presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, o al menos que diría algo al respecto. Sobre todo porque aquel pro-apartheid Shimon Peres, que había asumido la presidencia de Israel tras el asesinato de Rabin, y había llamado a elecciones anticipadas con el propósito velado de que la contienda electoral avivara el patriotismo sionista e interrumpiera los avances de los acuerdos de paz con Palestina, sería el artífice improvisado de quien asumió entonces el cargo de Primer Ministro de Israel en 1996, y que sería el más joven hasta hoy en día en ese cargo: el "Bibi" Netanyahu, quien reforzaria desde entonces y hasta hoy (en diferentes altos cargos políticos, quedando como Primer Ministro definitivamente ya desde 2009 hasta la actualidad), el sistema económico neoliberal de libre mercado, así como el negacionismo explícito a casi cualquier solicitud de Palestina por que le sea respetado su territorio. A oídos sordos, además, de los reclamos que se le hacen, al propio Netanyahu, a lo largo y ancho del planeta, por su incesante política expansionista y anexionista, de inyección permanente de colonos y asentamientos en toda una Cisjordania ocupada (¡Invadida!). Me hubiera gustado que Ramaphosa recordara algo de la frase de Mandela. Pero bueno, está bien. Asumí entonces mi turno y comencé a escribir todo esto.

2) A medida que he ido viendo todas las noticias sobre el tema del genocidio en Gaza, pasan por mi mente muchas cosas de geopolítica internacional que aprendí viendo, durante varios años, desde 2006 hasta 2019, y de lunes a viernes, aquel espacio informativo internacional de Walter Martínez, Dossier. Desde que lo pasaban en un canal venezolano poco recordado, TMT, hasta cuando pasó a ser uno de los programas más vistos en Venezuela en horario nocturno, en VTV, ya luego retransmitido en Telesur cada día. Fue gracias a Walter Martínez que comencé a entender algunos de los temas sobre los que me he atrevido a escribir todo esto. 

Walter Martínez en su Dossier

Donde sea que estés, Maestro Walter Martínez, injustamente silenciado hoy en día en Venezuela, a ti dedico estas líneas, que no se igualarán jamás al nivel y la clareza de tu entendimiento. Y como solías decir cada viernes: "Shabat Shalom, Salam Aleikum, Pax Vobis".

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